miércoles, 12 de agosto de 2009

LA FIESTA DE LAS HOJAS (de Patricia González)

Era Otoño en el bosque, los árboles lucían como nunca este año; el gran Rey Roble preparaba una vez más la Fiesta de las Hojas, el momento mas esperado de la Comarca.

Cada año el Rey enviaba a todas sus aves a recorrer el valle para invitar a las hojas más destacadas de cada árbol: álamos, alerces, maitenes , eucaliptus, tuliperos, yinkos y otros, enviarían a las elegidas.
Las hojas inquietas por tal acontecimiento, se aferraban a las ramas para que el viento no las botara antes de tiempo y así no perderse tan magnífico evento.

El Rey se sentía viejo y siempre pensaba que esta sería su última fiesta. Pasaba todo el año preparándola en compañia de su viejo amigo Búho. Pero a pesar del entusiasmo tenía una profunda pena, en toda la comarca era el único Roble que quedaba y cuando él muriera no tendría sucesor y la Fiesta de las Hojas terminaría.


Ilustración Patricia González

Mientras en el bosque todos corrían afinando los detalles. Las luciérnagas darían luz a la noche, los grillos cantarían en todo el bosque, bailarinas Yinko animarían la fiesta con su último baile español y , así , cada uno tendría algo que aportar a esta magnífica fiesta.


Búho había sugerido al Rey elegir este año una Reina de la fiesta, él estuvo de acuerdo, decidiendo que para lograr dicho honor, cada una debería sorprender al Rey , de manera que quien lograra colocar en su rostro una sonrisa , sería la ganadora.


El gran día había llegado, las hojas comenzaban a dar nuevas pinceladas de oro , mientras descendían de sus árboles con gran elegancia . Los árboles adornados con flores y frutos secos, la hermosa melodía que traía el viento, el atardecer comenzaba a marcharse y las estrellas se dejaban ver por entre las ramas. Sin embargo , el Rey no parecía contento.





Ilustración Jasmín Mundomundaca


Búho llamo a las invitadas a presentarse delante del Rey con sus respectivos regalos: piedras preciosas , esencias de lugares exóticos, sedas de oriente, capas bordadas, exquisitos manjares, todo pasaba por los ojos del Rey, pero ninguna sonrisa aún en su rostro.


Llegó el turno de la señora Tulipero, una dama robusta, vestida muy sencillamente, quien venía del norte acompañada de sus hijos. Todas las hojas se quedaron mirándola , en el bosque sólo se escuchaban murmullos de las invitadas: ¿Qué hacía en esta fiesta y con las manos vacías?, comentaban entre ellas.


La señora Tulipero le comentó al Rey que era un honor estar en esta hermosa fiesta y poder presentársela a sus hijos. Le dijo que ella no tenía riquezas, ni familia, que de donde venía era la única en su especie y que el presente que le traía venía del corazón.


Con esas sencillas palabras había logrado captar la atención del Monarca . La señora sacó una bolsa de tela de saco que guardaba bajo su manto... todas se miraron pues aquel regalo no era digno del Rey... este desconcertado y con mucha curiosidad tomó la bolsa y con cuidado la abrió.




Ilustración Patricia González


Las invitadas no dejaban de mirar al Rey, de pronto, sin saber como, los ojos de Roble brillaron como nunca y lentamente se dejó ver una sonrisa que luego terminó en carcajada.


Todas tuvieron el mismo pensamiento, el Rey se reía del miserable regalo y de la señora Tulipero, por lo que decidieron hacer causa común y acompañarlo con más carcajadas. Sin embargo ninguna se dio cuenta que aquella risa era de felicidad.


Sin más discursos el Rey le dijo a Búho que ya tenía elegida la Reina de la Fiesta, Búho desde una rama sacó una trompeta y anunció que la Reina era la señora Tulipero. Las hojas asombradas y enojadas no entendían nada, la nueva Reina tampoco lo podía creer.



El Rey se levantó para colocar la corona a la elegida y dijo: por fin alguien ha descubierto lo que tanto anhelaba y sacando de la bolsa mostró a todos una pequeña planta, cuando las invitadas la vieron se lanzaron a reir, como el Rey iba a ser feliz con ese regalo.


Sin tomar en cuenta los comentarios y las burlas , llamó a la señora Tulipero a que se sentara a su lado y le preguntó como había descubierto su deseo.





Ilustración María José Olavarría (Cotepinta)


La señora Tulipero le confesó , que en su soledad suele escuchar el viento y que de esta manera había llegado a sus oídos la gran pena que él tenía, por eso buscó por muchos lugares hasta que encontró una pequeña semilla de Roble, la que plantó, regó y cuidó con mucho amor. Cuando estuvo segura que la semilla se había convertido en un pequeño Roblecito, se animo a participar de la fiesta y traerle este presente.

Roble después de escucharla, le pidió que se quedara a vivir en su comarca, aquí existían más de su especie de esta forma no estaría sola y se sentiría en familia. La señora Tulipero no podía creer tantas buenas noticias, conversó con sus hijos y todos decidieron aceptar la invitación del Rey.


La fiesta llegó a su fin y todos se fueron comentando la locura del Rey, atribuyéndolo a los años, sin embargo para los afectados esto era un milagro.
Pasaron los meses y el bosque tomó otro color, el frío gris del invierno, sin embargo en un rincón del bosque aún se siente el calor del tiempo pasado, el Rey junto a su pequeño retoño escuchan las historias que relata alegremente su amiga la señora Tulipero....


FIN



Este cuento esta registrado bajo los Derechos de Propiedad Intelectual de Chile.